CM §3


Bienvenidos a mis clases de lectura de las Meditaciones Cartesianas (CM) de Edmund Husserl de lentitud extrema. Aquí abordaremos el tercer parágrafo del libro que es el primero de la Primera Meditación. Interesante instancia para conversar acerca de la tarea de encontrar una filosofía radical unificadora y el yo soy del Ego. Que lo disfruten.

M. Verónica Arís Zlatar



“El camino hacia el ego trascendental”
[Der Weg zum traszendentalen Ego]



           
“La revolución cartesiana y la idea-fin directriz de una fundamentación absoluta de la ciencia” [Der Cartesianische Umsturz und die leitende Zweckidee einer absoluten Begründung der Wissenschaft]



Párrafo 1:

Tarea del comienzo radical:
(1) comenzar de nuevo,
(2) cada uno para sí y en sí,
(3) con la decisión[1],
(4) dejar fuera de juego todas las convicciones que tenían validez.


Párrafo 2: [2]

La idea directriz [leitende Ideede las presentes meditaciones: 
(al igual que para Descartes) es la de una ciencia que hay que fundamentar con radical autenticidad [in radikaler Echtheit][3] y la de una ciencia universal.


Párrafo 3: [4]

Cuestionamiento sobre la indubitabilidad de esta idea directriz:
de acuerdo al argumento de la puesta fuera de juego. Al dejar fuera de juego[5] las ciencias entonces no tenemos ninguna ciencia dada que sirva de ejemplo para a búsqueda de la auténtica ciencia.


Párrafo 4: [6]

Contraargumento:
“[…] esto significaría presuponer toda una lógica entendida como teoría de la ciencia”.

Explicación:
ella debiera ser incluida, a su vez, en la destrucción de todas las ciencias.

Referencia a Descartes:
 “[…] tenía de antemano una idea de ciencia, el de la geometría o bien el de la ciencia matemática de la naturaleza”.

Segunda referencia relevante:
“[…] la ciencia universal tenía la forma de un sistema deductivo, y que todo el edificio tenía que apoyarse sobre un cimiento axiomático, fundamentante de la deducción”.



(***)


REVISIÓN SUSCINTA DE DESCARTES


Análisis del título de la regla V de: Reglas para la dirección del espíritu de Descartes

Descartes nos presenta la quinta regla con el siguiente título: “Todo método consiste en el orden y disposición de aquellas cosas a las que se ha de dirigir la mirada de la mente a fin de que descubramos alguna verdad. Y la observaremos exactamente si reducimos gradualmente las proporciones complicadas y oscuras a otras más simples, y si después intentamos ascender por los mismos grados desde la intuición de las más simples hasta el conocimiento de todas las demás” [A.T., vol V, página 379].

¿Qué es lo que Descartes nos está diciendo aquí? Distingamos primero las partes fundamentales constitutivas de este título. Tenemos pues los siguientes conceptos principales:

Oración 1[7]: “Método”, “disponer en orden”[8], “dirigir la mirada”, “descubrir”, “verdad”.
Oración 2[9]: “Observar”, “reducir”, “gradualidad”, “proporción”, “ascender” (*deducir), “intuición”, “conocimiento”.

¿Qué es lo que nos propone Descartes como práctica filosófica en uno y otro caso? ¿En qué sitio se encuentra lo “por-hacer” para la filosofía primera, y lo que con anterioridad dicha filosofía prevé como el necesario por-hacer? Examinemos en detalle este doble movimiento. Si es preciso volvamos a leerlo.

Hay por un lado la exigencia de un ordenar y disponer [in ordine et dispositione] que podemos comprender unitariamente -si se quiere- como un “disponer en orden” todo aquello a lo cual podemos dirigirnos. Con esto, ¿dónde se ubica el “quién” cognoscente? ¿Desde qué lugar y hacia qué lugar este “quién” progresa en su “ver”? Volvamos a la primera regla ¿podemos relacionar este nuevo lugar desde donde dirigiremos la mirada, con aquella unidad de las ciencias en vistas al conocer en cuanto tal? En este sentido, ¿qué relación podemos establecer con este nuevo sitio y el buen sentido [bona mens] que también ha sido llamado como Sabiduría universal? ¿En qué medida podemos reinterpretar la frase de la primera regla que dice: “hemos de pensar que están enlazadas de tal modo entre sí todas las ciencias […]”? Ahora bien, ¿qué es efectivamente lo que las enlaza? ¿Cuál es el origen de cualquier enlace posible?

Además, está la exactitud de la determinación de la operatoria necesaria para que aquello que denominamos verdad pueda ser descubierto por nosotros. En esta operatoria necesaria, esto es, en este método[10], se nos indican los pasos a seguir: en primer lugar, reducir gradualmente. Aquí hay un aspecto que debemos notar. ¿Qué significa “reducir gradualmente”? ¿Qué operación hay aquí implicada? ¿Qué cualidad particularísima hay en esta exigencia de Descartes?

Por un lado, tenemos la cualidad del método que ha sido explicada en la cuarta regla[11]. Dice: “El método no puede, en efecto, extenderse hasta enseñar cómo han de hacerse estas mismas operaciones, porque son las más simples y las primeras de todas […]” [A.T., vol V, página 372]. Es decir, lo que aquí nos propone Descartes no es hacer algo otro ajeno a nuestro hábito cognoscitivo. El método está fundado en aquella operatoria simplísima. El supuesto argumentativo que Descartes ofrece aquí para explicar esta cita es: “si nuestro entendimiento no pudiera ya antes usar de ellas -de estas operaciones simplísimas-, no comprendería ningún precepto del método mismo por muy fácil que fuera”. Es decir, esta operatoria simplísima es aquella que se encuentra incluida en todo conocer.

Por otro lado, tenemos la implicancia de este reducir gradualmente. Aquí hay dos cuestiones interdependientes. Una, reducir lo complejo a lo simple, conforme a la naturaleza de estas operaciones simplísimas. Dos, gradualmente. ¿Qué significa esto? Que el desplazamiento reductivo desde lo complejo hacia lo simple debe proceder de acuerdo al modo: el “uno-en-otro”. Entonces repasemos lo que hemos considerado hasta aquí. Lo que busca Descartes como conducción de nuestro espíritu para accedamos a la verdad a través de esta prima filosofía es: disponer un orden en el modo de un regreso de uno-en-otro para alcanzar las operaciones simplísimas que constituyen todo conocer de que el hombre es capaz.

Mas, ¿qué relación tiene esto con el supuesto de la unidad de las ciencias? Lo que de alguna manera podría haberse calificado como dogmático porque no parecía tener mayor explicación, ahora se muestra como una consecuencia metodológica. La pregunta será entonces: ¿Qué hay en estas operaciones simplísimas que constituye todo conocer posible, de tal modo que todo conocer, toda ciencia, pueda ordenarse jerárquicamente en la forma de un uno-en-otro? ¿Qué es lo que sale a la luz con el planteamiento de Descartes? Y por sobre todo ¿qué implicancias tiene el método de Descartes para la conformación del campo de esta prima philosophia?

Hemos hablado en la Regla IV de mathesis universalis. Dice Descartes: “Y aunque debo hablar aquí muchas veces de figuras y números, puesto que de ninguna otra disciplina pueden tomarse ejemplos tan evidentes y ciertos, sin embargo, quienquiera que reflexione atentamente sobre mi idea, fácilmente se dará cuenta de que en absoluto pienso aquí en la Matemática corriente, sino que expongo cierta disciplina distinta de la cual aquellas son más bien envoltura que partes” [A.T., vol V, página 374].  Aquí debemos destacar los conceptos claves: “ejemplos evidentes y ciertos”, “envoltura”, “parte”. Seguido a esto tenemos además las expresiones en lo relativo a la mathesis universalis: “primeros rudimentos de la razón humana”, “fuente de todos los conocimientos”.

Tenemos así la mathesis vulgaris –por decirlo de algún modo- y la mathesis universalis. Del lado de la matemática vulgar y contingente, perteneciente a una época tal, y que trata  aquellos objetos ideales determinados de acuerdo a funciones específicas hasta ese entonces reconocidas, encontramos – dice Descartes – los ejemplos más claros que cualquier ciencia particular pueda mostrarnos. Esta claridad tiene relación con el tipo de objeto de que se ocupa la matemática vulgar. En tanto objetos ideales esta ciencia se dirige a ellos de manera inmediatamente intuitiva[12]. Por tanto, el valor fundamental de la matemática vulgar va a ser para las indagaciones cartesianas el carácter de modelo para aquella ciencia que intenta buscar como fundamento último. Esta ciencia fundamental, también llamada filosofía primera, o mathesis universalis, es “parte”[13] de todos los conocimientos alcanzables para el hombre, como “primer rudimento de la razón humana”, y “fuente de todos los conocimientos”.

En consecuencia de esto, la mathesis universalis debe ser más clara y distinta, más simple y fácil, que cualquier conocimiento algebraico, aritmético y geométrico.

Para finalizar con esta primera revisión del título de la quinta regla, hemos de subrayar el carácter intuitivo de la verdad. ¿En qué sentido debemos entender esta intuitividad? ¿Es acaso una intuición como la practicada en la matemática vulgar? ¿Qué relación tiene entonces esta “intuitividad de la verdad”, con la evidencia, la claridad y distinción, la simplicidad, y la facilidad (tan remarcada en otros pasajes) de esta nueva ciencia que encontrada nos permitirá “descubrir” la verdad?


Análisis del título de la regla VI en: Reglas para la dirección del espíritu de Descartes


Descartes nos presenta la sexta regla con el siguiente título: “Para distinguir las cosas más simples de las más complicadas e investigarlas con orden, conviene en cada serie de cosas, en que hemos deducido directamente algunas verdades de otras, observar cuál es la más simple y cómo todas las demás están más o menos o igualmente alejadas de ella”.

¿Qué es lo que Descartes nos está diciendo aquí? Distingamos primero las partes fundamentales constitutivas de este título.

Tenemos pues los siguientes conceptos principales:
Oración 1[14]:     “Distinguir”, “orden”, “serie de cosas”, “deducción”, “deducción directa”,         “observar”, “la más simple”.

Aquí lo importante es notar que esta regla se encuentra subordinada a la regla anterior. Su función es especificar el modo con el cual hemos de proceder para disponer el orden requerido en la quinta regla. Entonces ¿qué nos dice esta regla respecto de cómo hemos de proceder?

Tenemos en primer lugar “series de cosas”, o conjunto determinado de cierto tipo de objetos. A estas cosas las hemos relacionado con cierto tipo de verdades. Es fácil de ver que para un conjunto de casos podemos predicar y anticipar su comportamiento, su movimiento, su magnitud, etc. Estas verdades que descubren de alguna manera el ser de la cosa, se encuentran de facto  – según lo que da por sentado Descartes aquí- en una relación deductiva con otras verdades. En la medida en que esto es así, es decir, que las diversas verdades se hallan ya en una interdependencia necesaria, es que podremos ejercitar un tipo de observación que pueda donarnos la diferencia relativa a la simplicidad de una respecto de las otras. Es decir, Descartes parte aquí de la cuestión de que las verdades ya están dispuestas entre sí de algún modo.

(***)

¡Volvamos a Husserl!

(***)



Párrafo 5:

Replica al contraargumento:
“[…] no tenemos en vigencia ningún ideal normativo de ciencia; y sólo podremos tenerlo en la medida en que volvamos a crearlo [uns neu schaffen]”.[15]


Párrafo 6:

Especificación de la cualidad de la tarea:
“no por ello desistimos de la meta universal de una fundamentación absoluta de la ciencia”[16].

Recaudos respecto del modo de ponerla como meta:
“no debemos prejuzgar ni tan siquiera su posibilidad”.


Párrafo 7:

[Aquí se especifica el modo con el cual las ciencias pueden quedar fuera de juego, sin por ello ser excluidas por completo, ni ser determinantes de las indagaciones]

Primero:
tenemos las ciencias fácticas, y tomamos de ella su idea general.

Segundo:
nuestra actitud crítica sobre ellas las convierte en meramente hipotéticas.

Tercero:
con ello también hemos convertido la idea de filosofía en hipotética. “La tomamos como una presunción provisional a la que nos entregamos por vía de ensayo; dejamos que ella nos guíe, a título de ensayo, en nuestras meditaciones” [Wir nehmen sie als eine vorläufige Präsumtion, der wir uns versuchsweise hingeben, von der wir uns versuschsweise in unseren Meditationen leiten lassen].





[1] Destacar aquí el carácter relativo a la voluntad del proceder meditativo.

[2] La edición castellana de Presas (Editorial Tecnos) no sigue el punto aparte del alemán, sino que hace punto seguido.

[3] Recordar que “autenticidad” tiene aquí relación con lo indicado más arriba “cada uno para sí y en sí”. Autenticidad indica el carácter de evidencia, de inmediatamente vivido por mí, es decir, que aquello que se muestra, se muestra tal y como es de modo total, completo, plenificado.

[4] La edición castellana de Presas (Editorial Tecnos) no sigue el punto aparte del alemán, sino que hace punto seguido.

[5] Aquí poner fuera de juego es hacer reducción fenomenológica, o como también se conoce epojé fenomenológica. Por lo tanto, en los pasajes que siguen se va a suponer que el lector conoce en alguna medida esta “puesta entre paréntesis” del método fenomenológico, que se explicita por primera vez en Ideas 1 (parágrafo 33). Si el lector tiene presente dicha especial cualidad del poner fuera de juego para el encuentro de la esfera eidética de la constitución, y con ella de la génesis de toda institución eidética, entonces no hay riesgo de equipararla con la duda metódica de Descartes que excluye de manera completa la validez de todo aquello que pueda ser susceptible de la más mínima duda.

[6] La edición castellana de Presas (Editorial Tecnos) no sigue el punto aparte del alemán, sino que hace punto seguido.

[7] Ojo que esta oración funciona como una definición universal.

[8] Interpretación libre de “ordenar y disponer”.

[9] Ojo que esta oración funciona como una descripción metodológica respecto de los pasos que hemos de seguir para alcanzar el sentido de la definición anterior.

[10] En la Regla IV, Descartes define método: “reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz” [A.T., vol V, página 371s].

[11] Debo advertir que hasta aquí he indicado nada más que las cuestiones relativas a la reducción o al encuentro de este sitio fundante. Todavía no he hecho consideración del movimiento prospectivo de la deducción con la que conseguiremos según Descartes el conocimiento de todas las cosas.

[12] Esto podría ponerse en discusión si lo que nos interesa es debatir en torno a qué tipo de esfera de la matemática vulgar procede intuitivamente, o bien procede de manera inauténtica, al operar sin evidencia con las funciones y los signos relativos a su propia gramática. Pero es claro que aquí no se está hablando meramente del lenguaje matemático, sino de aquella experiencia imaginativo-intuitiva que establece el orden de sus funciones.

[13] Aquí “parte” debe entenderse en el sentido explicitado más arriba: un uno-en-otro. En otro lugar, casi al final de esta regla se utiliza la expresión “parte” en sentido inverso, es decir, que las restantes ciencias formarían parte del todo conformado por esta mathesis universalis. Ahora si atendemos a la interdependencia que aquí es propuestas entre unas y otras, el sentido del término no provocará ambigüedades.

[14] Aquí estamos ante una proposición condicional compuesta (Si..., entonces...). Podemos transformarla si se quiere: Si en cada orden de cosas en que hemos deducido directamente algunas verdades de otras, y observamos cuál es la más simple y cómo todas las demás están más o menos o igualmente alejadas de ella, entonces podremos distinguir las cosas más simples de las más complicadas e investigarlas con orden. En este sentido esta regla cumple la función de explicar metodológicamente cómo ha de ser posible realizar la quinta regla.

[15] Este párrafo nos habla en directa relación con los primeros, es decir, del modo con el cual toda ciencia debe quedar fuera de juego. En este sentido, se retoma el problema que al dejar fuera de juego las ciencias entonces no tenemos ninguna ciencia dada que sirva de ejemplo para a búsqueda de la auténtica ciencia. Por lo tanto, hemos de crearla.  Sin embargo, ¿en virtud a qué podemos crear algo así como una ciencia? Para responder esto hemos de leer con atención los párrafos que siguen.

[16] Esto es importante destacarlo por el carácter genético de las Meditaciones. Si bien no hay una apreciación dogmática, sí hay una motivación.

Comments

Popular Posts